“La base de la educación de los niños es la relación entre padres e hijos; Los padres son los que les aportan la seguridad emocional para que cuando los niños sean adultos puedan desarrollarse seguros y felices”. La pedagoga Rebeca Wild indica que “cuando los niños juegan se están haciendo a sí mismos”. La libertad consiste en desarrollar el potencial que cada niño lleva dentro y NO en adaptarse a una sociedad cuyas metas son otras. Para que esa libertad con limites se pueda dar hace falta un ambiente adecuado donde se le permita descubrir: poder saltar, pintarrajear, golpear, porque ésta es su manera de entenderse a sí mismo y el entorno”.
¿Por qué hay tantos niños en las consultas de los psicólogos?: ¿No estaremos criando a los niños para una sociedad en la que se valora más la adaptación que la consideración de los procesos humanos de desarrollo?.
Todas las personas tenemos un proceso biológico de desarrollo y aprendizaje que tenemos que respetarlo.
Yo como madre y pedagoga estoy más que convencida de está afirmación que también desarrolla la pedagoga Rebeca Wild “Si los niños se siente bien no se portan mal”. Los límites que incluyen un entorno adecuado a las necesidades del niño le proporcionan seguridad. Sólo en un ambiente en el que los conceptos de libertad y límites son vividos con coherencia, será posible una convivencia armónica. Los límites son necesarios para el desarrollo, pero hay que saber aplicarlos.
¿Por qué se portan “mal” los niños?: Para llamar la atención del adulto y, muy a menudo, para descargarse de toda una serie de actividades (no tocar eso, no correr, no gritar…) que van contra la naturaleza del desarrollo del niño.
Los niños cuando consideramos que hacen algo mal y reaccionamos (sea de la forma que sea) dejando lo que estamos haciendo, consiguen lo que quieren (atraer nuestra atención). Cuando son pequeños, evita los peligros que tu preveas a su alrededor, retira las cosas a las que les tengas aprecio y puedan romperse y déjale descubrir, aunque saque infinidad de trastos, todo ello forma parte de su desarrollo y lo necesita.¡Cada momento en el proceso de desarrollo de tu hijo conlleva unas cosas!.
Los padres tienen que trabajar, y es preciso hacerlo por muchos motivos. Por ello cuando estés con tus hijos, has de estar al 100%. ¿Estás realmente presente cuando atiendes sus necesidades físicas (a la hora de la comida, el baño) o estás sólo a medias con los pensamientos en otro lugar?. Si dedicas a tu hijo tiempo de calidad aunque sea poco, y le muestras coherencia y ejemplo en tus actos, los límites que le pongas los aceptará sin problemas.
Estos detalles cotidianos son la base para la autoconfianza del niño. No le des caramelos, dale atención, interésate por lo que hace el niño sin por ello interrumpirle o dirigirle.
Los momentos de atención en los que el niño no necesita al adulto y ni siquiera ha solicitado su presencia aportan las pruebas más claras de un amor sin condiciones.
A veces tendemos a hacer cosas que a los niños nos les gusta hacer. Y hay que saber que es eso que a ellos no les gusta, y pactar. Muchos padres no tienen tiempo suficiente para sus hijos y llenan ese vacío con caprichos que no son necesidades auténticas: regalos, concesiones, dejarles estar levantados de noche hasta tarde o caramelos.
A los niños no les gusta por ejemplo que sus padres hablen por teléfono. Parate un momento, interrumpe la conversación, diríjete al niño, establece un contacto directo con él y dile que ahora no puedes estar con él. El contacto directo quiere decir que te agaches, te pongas a su altura, le toques, le mires a los ojos y le hables…¡Funciona!.
Contenido extraido y comentado de la entrevista realizada a la pedagoga REBECA WILD. Publicada en la revista Vanguardía. (2006)
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