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EDUCA a través del EJEMPLO

Para llevar a cabo nuestra compleja pero a la vez apasionante tarea de educar, los padres y educadores contamos con la mejor herramienta educativa que se conoce y que es el EJEMPLO.

Sin duda alguna, el ejemplo se puede utilizar en cualquier momento, en cualquier circunstancia y en cualquier lugar. No es una carga, y todos llevamos en esencia lo que somos y lo mostramos a los demás. Todos con nuestras experiencias vividas, con nuestros conocimientos, con nuestra forma de estar en el mundo estamos en condición de enseñar. ¡¡Aprovechemos para enseñar lo mejor de cada uno de nosotros!!.

Los conocimientos, habilidades y actitudes se enseñan en el seno de la familia desde que nuestros hijos son muy pequeños, en gran medida a través del ejemplo. Aún sin pretenderlo, nuestro comportamiento, el de los padres aparece ante nuestros hijos como referencia para ellos. De forma espontánea los padres nos presentamos como modelos.

La seguridad o temor, el optimismo o pesimismo, las actitudes y valores, el modo de relacionarnos, el tono vital, etc., que todos tenemos dependen en buena parte de lo que durante la infancia hemos observado e imitado.

Tenemos que tener en cuenta que todos somos ejemplos para nuestros hijos, pero que también podemos ser buenos o malos ejemplos de conducta para nuestros hijos. Por ello, como padres está en nuestras manos:

  1. Pararnos y reflexionar sobre cómo nos comportamos,
  2. Si queremos transmitir o no lo que hacemos,
  3.  Y sobre todo si estamos dispuestos a mejorar por nosotros mismos y por nuestros hijos.

No pretendamos por ejemplo, conseguir que nuestros hijos sean respetuosos, si nosotros como padres no lo somos con ellos mismos o con los demás.

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Aquí os dejo una historía para pensar sobre el poder que ejercemos los padres con nuestro EJEMPLO:
Un viejo se fue a vivir con su hijo, su nuera y su nieto de cuatro años, ya las manos le temblaban, su vista se nublaba y sus pasos flaqueaban. La familia completa comía junta en la mesa, pero las manos temblorosas y la vista enferma del anciano hacía el alimentarse un asunto difícil.
Los guisantes caían de su cuchara al suelo de y cuando intentaba tomar el vaso, derramaba la leche sobre el man…tel.

El hijo y su esposa se cansaron de la situación. “Tenemos que hacer algo con el abuelo”, dijo el hijo. “Ya he tenido suficiente, derrama la leche, hace ruido al comer y tira la comida al suelo”.

Así fue como el matrimonio decidió poner una pequeña mesa en una esquina del comedor. Ahí, el abuelo comía solo mientras el resto de la familia disfrutaba la hora de comer. Como el abuelo había roto uno o dos platos, su comida se la servían en un tazón de madera.

De vez en cuando miraban hacia donde estaba el abuelo y podían ver una lágrima en sus ojos mientras estaba ahí sentado sólo. Sin embargo, las únicas palabras que la pareja le dirigía, eran fríos llamados de atención cada vez que dejaba caer el tenedor o la comida.

El niño de cuatro años observaba todo en silencio. Una tarde antes de la cena, el papá observó que su hijo estaba jugando con trozos de madera en el suelo.

Le preguntó dulcemente: ¿Qué estás haciendo?

Con la misma dulzura el niño le contestó: “Ah, estoy haciendo un tazón para ti y otro para mamá para que cuando yo crezca, ustedes coman en ellos”.

Sonrió y siguió con su tarea.

Las palabras del pequeño golpearon a sus padres de tal forma que quedaron sin habla.

Las lágrimas rodaban por sus mejillas. Y, aunque ninguna palabra se dijo al respecto, ambos sabían lo que tenían que hacer.

Esa tarde el esposo tomó gentilmente la mano del abuelo y lo guió de vuelta a la mesa de la familia. Por el resto de sus días ocupó un lugar en la mesa con ellos. Y por alguna razón, ni el esposo ni la esposa, parecían molestarse más cada vez que el tenedor se caía, la leche se derramaba o se ensuciaba el mantel.

Los niños son altamente perceptivos. Sus ojos observan, sus oídos siempre escuchan y sus mentes procesan los mensajes que absorben. Si ven que con PACIENCIA proveemos un hogar feliz para todos los miembros de la familia, ellos imitarán esa actitud por el resto de sus vidas.
Los padres y madres inteligentes se percatan que cada día colocan los bloques con los que construyen el futuro de sus hijos. Seamos constructores sabios y modelos a seguir.
He aprendido que independientemente de la relación que tengas con tus padres, los vas a extrañar cuando ya no estén contigo.
He aprendido que aun tengo mucho que aprender.
La gente olvidará lo que dijiste y lo que hiciste, pero nunca ¡cómo los hiciste sentir!.

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