Los padres y educadores somos educadores Pigmalion, somos responsables de nuestras palabras, actitudes y miradas y a la vez de sus efectos en los niños y niñas: ellos se convierten en lo que escuchan.
La educación no es más que el proceso por el cual nuestro cuerpo se va volviendo igual que las palabras que nos enseñan. Yo no soy yo: yo soy las palabras que los otros plantaron en mi: padres, madres, profesores compañeros y amigos, políticos, libros, televisión. (R. Alves).
Debemos tener expectativas positivas sobre nuestros hijos que les permitan sacar lo mejor de ellos mismos y desechar las negativas, pues les llevan a la degradación y a la merma personal. Lo que los padres y las madres esperamos de nuestros hijos tiende a cumplirse.
Cuando alguien anticipa un hecho, existen muchas probabilidades de que este se cumpla. A este fenómeno en Psicología Social se le llama: “Realización automática de las predicciones”, también se le conoce como “El efecto pigmalion o la profecia autocumplida”.
Las profecías tienden a realizarse cuando hay un fuerte deseo que las impulsa. Del mismo modo que el miedo tiende a provocar que se produzca lo que se teme, la confianza en uno mismo, aunque sea contagiada por un tercero, puede darnos alas.
Trata como buenos, más capaces e inteligentes a tus hijos, dedícales más tiempo, diles en público y en privado cuánto les quieres y los valora; si lo hacemos con pleno convencimiento se logrará que cuanto se dice se haga realidad, ya que cualquiera puede potenciar que alguien cercano sea mejor y más capaz.
Si se trata a una persona como lo que es, seguirá siendo lo que es; si se trata a un hombre como lo que puede ser, llegará a ser lo que puede ser. Goethe.
Existen muchos estudios de pedagogos y psicólogos que confirman este hecho, entre ellos el de Rosenthal. Éste dio a los profesores de una escuela una lista de alumnos y les dijo que tenían una capacidad superior al resto, sin embargo, todos habían sido elegidos al azar. Este grupo realizó más avance intelectual que el resto de la clase. El profesorado esperaba mejores resultados y los tuvieron, con lo que la profecía estaba cumplida.
“El Efecto Pigmalión” requiere de tres aspectos:
- Creer firmemente en un hecho,
- Tener la expectativa de que se va a cumplir y
- Acompañar con mensajes que animen a su consecución.
Este fenómeno se da cuando hay relaciones de unión entre las personas: padres e hijos, profesores y alumnos… El por qué sucede, estaría relacionado con una energía sutil que las personas somos capaces de enviar a otras; también interviene la que pone en marcha el NIÑO para adaptarse a lo que se espera de él y, así sentirse tenido en cuenta, positiva o negativamente.
Conviene revisar nuestras expectativas, pues, a veces, actuamos de forma contradictoria. Por ejemplo, le decimos a nuestro hijo que estudie, pero creemos profundamente que no lo hará, dado que lo hemos intentado muchas veces. Además, en este proceso los padres suelen utilizar frases del estilo: “Así no aprobarás; no haces más que ver la televisión”. Sin darnos cuenta, estamos colaborando a que nuestro hijo cumpla lo que pensamos. Busquemos la coherencia entre lo que pensamos y decimos. Los niños la necesitan.
Si crees que tus hijos son tímidos por ejemplo, no se lo repitas a todas horas, no se lo recuerdes cada vez que te paras a hablar con alguien en la calle, pues crecerán con la idea de que eso es lo que son. No le des más importancia de la que tiene y resalta otros aspectos positivos que seguro que tienen tus hijos.
Cree firmemente en tus hijos, espera lo mejor de ellos, y ayúdales siempre con palabras positivas en su proceso de crecimiento.
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