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Entendiendo las rabietas desde el corazón

Cuando nos hacemos padres, iniciamos un camino que ya no tiene vuelta atrás, es una gran aventura que, como todas, estará llena de grandes momentos, y en muchas ocasiones, también llena de incertidumbres, miedos, preocupaciones… y algunos disgustos.

En el camino de ser padres nos encantaría encontrar la varita mágica que nos orientase en esta nada sencilla tarea de acompañar a nuestros hijos a crecer. Yo no conozco “varitas”, pero sí he ido descubriendo, a lo largo de mis años de vida, formación e investigación, que el lenguaje del corazón, es el único que conocen los niños, y que, en cambio nosotros, los adultos parece que, a veces, olvidamos.

Y, ¿qué pasa cuando dos personas no hablan el mismo idioma? Es obvio… ¡les cuesta entenderse!. Y es aquí donde podemos hallar un punto de partida para poder entendernos con los niños: hablemos su mismo lenguaje: el AMOR.

Con el apoyo de mi marido, y pese a las circunstancias desfavorecedoras; he tenido la oportunidad de poder estar los dos primeros años de vida de mi hija junto a ella,  quizás de ahí  venga el vínculo tan grande con ella. Y la conexión para poder entenderla.

Desde mi relación de escucha de corazón a corazón con mi hija he vivido, conocido y he comprendido la realidad en la que vive ella, y como madre y niña que fui, quiero recomendar  a los demás padres para que se paren a recordar los niños que un día fueron, y sobre todo que intenten recordar como se sintieron  en torno a su educación para que escuchen con más conocimiento de causa lo que sus hijos están viviendo y están pidiendo. Muchos de nosotros, por no decir la gran mayoría crecimos creyendo que las decisiones de nuestros padres, que con sus mejores intenciones buscaban lo “mejor” para sus hijos, eran las idóneas para nuestra vida, de forma que callamos y aceptamos.

Voy a contaros mi experiencia como madre y lo que mi corazón escuchó de mi hija, en las únicas rabietas que ha tenido, causa de una situación específica.

Durante los dos primeros años de vida de Nerea todo fue genial, aprendimos mucho la una de la otra. Ella fue creciendo y yo estuve ahí en todo momento para acompañarle.

En un principio, decidimos que iría a una escuela infantil por diversos motivos, sin prestar mucha atención a nuestro corazón que tenía infinidad de razones para no llevarla. Quizás en ello coincidimos muchos padres.

El horario de escuela comenzó y pese a hacerlo muy gradualmente, Nerea empezó a cambiar. Y cuando llegó a acudir mañana y tarde se iniciaron sus primeras y como dije anteriormente sus únicas rabietas. Y me alegra que así lo hiciera, porque no se resignó y aceptó la situación . Para mi es todo un ejemplo. Empezamos a notar que iba perdiendo la llama de felicidad de sus ojos, estaba como enfadada con nosotros, y cuando salía del colegio explotaba por lo más mínimo en una rabieta, que se calmaba con mucho amor (escucha, abrazos, palabras de comprensión..), pero que no llegaban a curar porque la situación que provocaba dichas rabietas seguía cada día.

Como padres empezamos a entender estas rabietas como una forma de exteriorizar su malestar interno. Es más estoy firmemente convencida que estas rabietas  en los niños son fruto de la incoherencia de su entorno. Y es por ello, que decidimos reducir las horas de escuela a lo mínimo posible. Y estas rabietas desaparecieron de raíz.

Algunos aspectos a su favor que nos ayudaron bastante para poder entenderla, fueron su vocabulario, y su gran capacidad de imitación.

Los niños de hoy necesitan más que nunca toda una serie de COHERENCIAS en su entorno, su sentir debe de vibrar con la forma de educar de sus padres, y a la vez con la forma de educar de la escuela y de la sociedad misma.

Quizás sea el momento de darle la vuelta a toda una gran farsa…

Nos han hecho creer y muchos han llegado a aceptar que las rabietas forman parte del crecimiento de un niño. A los adultos nos enseñan y dan pautas para resolver las rabietas de los niños, en vez de ayudar a los adultos a comprender el porque, la raíz misma de estas rabietas.

Es más complicado cambiar pensamientos, creencias y actitudes de los adultos, y es por ello que…

La oportunidad de aprender de los niños que tenemos los adultos, se convierte en un problema únicamente de los niños que tenemos que solucionar los adultos lo más rápido posible. ¿Y cómo se “solucionan” las rabietas hoy por hoy?.  Callando a los niños, sin escuchar lo que ellos tienen que decirnos. Siendo muy firmes, sin dejar paso a la ternura y comprensión que ellos necesitan…

Siempre soluciones rápidas que no solucionan la situación  a largo plazo. Debemos empezar a dedicarnos tiempo para autoconocernos, para poder posteriormente comprender a los demás. Incluidos nuestros hijos.

Todas las rabietas se pueden solucionar de la mejor forma posible, si nos escuchamos a nosotros mismos como adultos y escuchamos a nuestros hijos. ¿Cómo queremos que nuestros hijos sean coherentes y no exploten de la única manera que saben, con rabietas, si nosotros como padres permitimos la gran cantidad de incoherencias que nos rodean?.

Empecemos por cambiar nosotros como padres, para poder ayudar a nuestros hijos a crecer sanamente.

Vanesa Hervás Martínez. Licenciada en Pedagogía. Valencia.

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