Cuando hablamos de premio o de refuerzo positivo hablamos de alguien que es el responsable, el que decide QUIEN y QUÉ “puedes tener”. En otras palabras fomenta la valoración externa, en detrimento de la interna.
RECONOCER es una cosa y RECOMPENSAR o PREMIAR es otra. Es muy diferente decir, “gracias por traerme un vaso de agua”, que en la misma situación digas, “¡Muy bien, trajiste el agua!”. En una reconoces y agradeces, en la otra elogias. Y el elogio tiende a convertirse en refuerzo positivo.
Aquí os dejo un audio en el que se habla de Cómo educar sin premios ni castigos, de la psicóloga Violeta Alcocer.
Cuestionemos nuestra forma de educar!!!!. Pensemos si queremos que nuestros hijos sean PERSONAS AUTÉNTICAS, que se muestren como son independientemente de donde se encuentren, o si por el contrario queremos que nuestros hijos observen el entorno (prevean posibles CONDUCTAS favorables o no para ellos (premios o castigos) y valoren como han de comportarse dependiendo de este entorno.
Todo empieza hoy, con nuestros pequeños actos como padres y educadores en el día a día. Si les enseñamos a depender de premios y castigos, les estaremos enseñando a ser dependientes de las circunstancias y del momento presente. ¿No sería mejor mostrarles el camino del autoconocimiento, y dotarles de herramientas para descubrir sus caminos…?.
Con los premios y castigos imponemos nuestra forma de pensar y muchas de las veces dependen de nuestro estado anímico (que podría ser que varie de un día a otro). Con ello limitamos a los niños a ser lo que queremos que sean, ¿no sería más conveniente que una persona llegara a ser lo que considerara que ha de ser por si misma? Es por ello, que considero que los niños necesitan menos afirmaciones por parte de los adultos, y más preguntas para que lleguen por ellos mismos a valorar que es aquello que es mejor para ellos.
Considero que deberíamos Enseñar a los niños a reconocer el esfuerzo propio, la satisfación del trabajo bien hecho, sin la necesidad de un premio. O por el contrario enseñar a reflexionar sobre sus propios actos evitando los castigos.
Quizás mostrando el camino del autoconocimiento, de la valoración y de las preguntas en un primer momento el proceso sea más costoso, pues conlleva dedicación, paciencia, y perseverancia, pero a lo largo del camino podremos hablar de niños que con los años habrán alcanzamos un criterio ético que podrán extrapolar a diversos campos de la vida ya no solo a la familia, sino a la escuela, amigos, sociedad en general, trabajo…
Vanesa Hervás Martínez. Licenciada en Pedagogía.
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