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Crianza respetuosa: 10 alternativas para no decir “NO”

Diferentes alternativas para no estar “todo el día con el ‘no’ en la punta de los labios”.
Aquí os dejo una serie de RECURSOS PRÁCTICOS que podemos emplear como padres que crían de forma respetuosa a sus hijos a la hora de evitar el “NO” excesivo:

Antes que nada, unas preguntas que podemos hacernos ante situaciones en las que estamos tentados a – casi mecánicamente – decir que no:

  1. ¿Realmente es necesario decir que no a esto?
  2. ¿Cuáles son las consecuencias de que haga lo que está pidiendo el niño?
  3. ¿Por qué lo pide?
  4. ¿Es una verdadera necesidad?
  5. ¿Es un capricho?
  6. ¿Qué ejemplo le hemos dado en este respecto? (Si nos ve todo el día con el móvil en la mano – aunque sea trabajando – es de esperarse que el niño pida jugar con el móvil a menudo).
  7. ¿Su petición trata de comunicarnos algo más que su deseo de pedir algo? (Por ejemplo atención, mimos, mirada, etc.)

Y ahora los recursos o alternativas al NO:

  • Adecuar el ambiente al niño. Si estamos en un ambiente lleno de cosas delicadas y/o peligrosas, difícilmente podremos evitar decir “no” a todo. Meternos en la sección de cristalería de una tienda de antigüedades con un niño de 2 años cansado o con ganas de jugar en un parque es una receta segura para el desastre. Pues lo mismo si dejamos a su alcance objetos delicados (jarrones de cristal, adornos frágiles), o peligrosos. Mientras más ADECUADO al niño sea el ambiente, más LIBREMENTE podrá desarrollarse el niño en él.
  • Retirar al niño de ambientes inapropiados. Si ya nos encontramos en un lugar inadecuado para niños y el niño se muestra disgustado, podemos simplemente salir de allí. En lugar de “no toques esto”, “deja aquello en su lugar”, podemos invitarle por ejemplo a asomarnos al balcón para mirar la luna, o contar las estrellas, o mirar los coches pasar, etc.
  • Satisfacer la necesidad subyacente del niño. Muchas veces un niño que está pidiendo cosas que sabe que no puede , o no debe obtener, lo está haciendo para comunicarnos otra cosa. Cuando se comporta de manera inadecuada, por ejemplo golpear al hermanito, escribir sobre la mesa, etc. nos está comunicando algo. Como dice Naomi Aldort en su discurso El niño tiene razón, muchas veces ha sido una falla de los padres como por ejemplo dejar al niño desatendido o jugando solo durante mucho rato. Si le damos nuestra atención, un abrazo, verdadera presencia, muy probablemente dejará el comportamiento inadecuado, casi de inmediato, sin necesidad de decirle explícitamente que no. Podemos preguntar por ejemplo: “hijo, ¿qué pasa? ¿qué necesitas? ¿estás enfadado?” y acercarnos a darle un abrazo.
  • Ser flexibles. Si realmente no tenemos prisa y no le va a hacer ningún daño quedarse diez minutos más en la bañera, ¿para qué decir que no? Podemos decir que sí y todos felices 🙂
  • Ser didácticos. ¿Quiere jugar con un cuchillo? ¿Le parece interesantísimo picar verduras para ayudar a mamá en la cocina? Pues podemos darle una verdura fácil de cortar, como los calabacines por ejemplo, y enseñarle (obviamente dependiendo de su edad y destreza) a usar un cuchillo correctamente (sea uno plástico, o uno normal), enseñándole a cogerlo por el mango, a cortar siempre lejos de la otra mano, etc. Los accidentes con cuchillos ocurren principalmente por una de las dos razones siguientes: usar un cuchillo con poco filo por lo que tendremos que hacer mucha fuerza para cortar y haciéndola puede resbalarse y hacernos daño, o no saber usar un cuchillo. Así que o le enseñamos (dependiendo de su edad, obviamente), a usarlo adecuadamente, o le damos algo blando y un cuchillo plástico, o simplemente mantenemos los cuchillos fuera de su alcance.
  • Explicar y dejarle experimentar (dentro de parámetros seguros) para comprender por qué algunas cosas son peligrosas. Muchas veces cuando decimos “cariño, no hagas esto”, el inconsciente no oye el no, y sólo percibe “haz esto”. Mucho más efectivo que decir “no”, es explicar e incluso mejor aún es demostrar por qué algo es peligroso. Decirle a un niño quince veces que el horno está caliente y puede llegar a quemarse es menos efectivo que cogerle la manito, a una distancia prudencial del cristal de la puerta del horno de manera que no pueda tocarlo por sí solo y explicarle (por ejemplo recién encendido o un rato luego de apagarlo, de modo que esté caliente al tacto, más no lo suficiente como para quemar) que está muy caliente y que si lo tocamos, podemos quemarnos. Podemos tocar la superficie nosotros y exagerar el gesto o expresión de dolor, y luego tomándole la manito, acercar un dedo un instante y retirarlo. De esta manera sentirá la temperatura, sin llegar a quemarse obviamente, y muy probablemente no volverá a acercarse cuando nos vea encender el horno.
  • Ofrecer alternativas. Sin decir explícitamente que no, podemos ofrecer dos actividades, o dos comidas, o dos opciones, etc. de donde el niño pueda elegir. Así tiene cierto control sobre la situación y volvemos más horizontal la toma de decisiones, tomando en cuenta las preferencias del niño. Por ejemplo: En lugar de decir “no, no podemos quedarnos más rato, ya es hora de cenar”, podríamos decir “vamos a casita a cenar, ¿me ayudas picando la lechuga para la ensalada o prefieres poner la mesa?”, o podríamos decir “vamos a cenar y bañarnos, ¿cuál prefieres hacer primero?”.
  • Modelar un comportamiento. Los niños son esponjas, todos lo sabemos, absorben y repiten nuestros propios comportamientos. Creo que todos hemos visto en algún momento a un padre perdiendo los estribos con sus pequeños, gritándoles “no se griiiiiiiiiitaaaaaaaaaaa”, ¿o no? Nada más absurdo, estamos dándole al niño un mensaje confuso, diciéndole que no grite, a la vez que modelamos lo opuesto, gritando nosotros mismos. Otro ejemplo es acariciar al gato delante del bebé, y decirle “al gato lo tratamos con cariño”, si le estaba pegando, por ejemplo – en lugar de decir “al gato no se le pega”, o “no le pegues al gato”.
  • Aprovechar las consecuencias naturales como aprendizaje. Una de las cosas que más inadecuadas me parece acerca del CASTIGO después, obviamente, del hecho de ser algo irrespetuoso y dañino para el niño, es lo ilógico que es el usar consecuencias artificiales – muchas veces incluso desmesuradas – que el niño muy probablemente ni relacionará con el hecho inadecuado que haya ocurrido, ni aprenda de ello otra cosa que no sea a temerle a sus padres. ¿Suena lógico? Pues no, a mí me gustan más, siempre que sea viable – obviamente – enseñar a través de las consecuencias naturales: “¿Querías agitar vigorosamente la caja de cereal abierta cuando acabo de limpiar el suelo y te he pedido mil veces que mejor juegues con otra cosa y te he explicado que si la agitas así acabará cayéndose el müesli por el suelo?” Pues ahora que tenemos un desastre, podemos explicarle al niño que nos gusta tener la casa bien limpia, y muy probablemente él solito irá a buscar la aspiradora. Podemos dejarlo limpiar un poco, para que aprenda las consecuencias de tirar cereal en el suelo y luego acabar de recoger nosotros. Muy probablemente habrá aprendido y dejará de volver a hacerlo, le hemos respetado, hemos enseñado positivamente a través de las consecuencias naturales de un hecho.
  • La primera alternativa que suelen recomendar muchos padres es la distracción, pero a mí no me termina de convencer – por eso la nombro de última-, al menos no lo recomendaría de forma rutinaria, yo la reservaría sólo para situaciones concretas.

¿Y tú? ¿Qué alternativas usas para no decir que “no” a todo? Si quieres puedes contarlas en los comentarios. Fuente: Amor Maternal

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