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ENSEÑAR a LEER a nuestros hijos.

Los niños pueden aprender a leer desde muy temprana edad, y eso está comprobado, tienen la capacidad de captar cualquier información que proceda del entorno en el que se encuentran.

Algunos estudios, como el desarrollado por el método doman, han demostrado que no hace falta esperar a los seis años para iniciar a los niños en el apasionante mundo de la lectura. Pues con un año de edad un niño puede aprender a leer palabras básicas relacionadas con su medio físico y discriminarlas visualmente en un papel.

A lo largo de la historia han existido distintas concepciones acerca de las capacidades de los niños. Es por ello que, tanto padres como educadores escolares contamos con un inmerso bagaje del cual podemos extraer lo que consideremos más acorde para poner en práctica con nuestros niños en el día a día.

Quizás lo más importante en este tema de enseñar a leer a nuestros hijos, es el plantearse querer que aprendan por iniciativa propia de los padres, sin esperar que sea la escuela la que propicie ese momento. Pues desde muy pequeños, podemos encontrar momentos idóneos para desarrollar estos aprendizajes. No es transcendental tener una dedicación exclusiva a los hijos, pues en la sociedad en la que vivimos casi es imposible. Pero como padres, debemos tener claro que es lo que queremos para nuestros hijos, y si consideramos que la lectura es apropiada para su futuro no tan lejano, ¿Por qué no intentarlo ahora?.

Como madre interesada por la educación de mi hija y como pedagoga, yo considero que los niños independientemente del lugar geográfico en el que se encuentren:

  • Necesitan ser valorados por todos sus buenos actos, no sólo por los malos.
  • Necesitan que las personas de su entorno crean en ellos, que piensen que son capaces de muchas cosas, no sólo de las que se les enseña en el colegio, y que como tal corresponden a la edad en la que se encuentran.
  • Necesitan sentirse queridos y seguros en su medio familiar. (Muy importante, pues no basta con satisfacer las necesidades de alimentación e higiene, la familia también tiene otros roles que desarrollar).
  • Necesitan un ambiente estimulante que despierte el interés por las cosas que se quieren transmitir en este caso, la lectura.
  • Necesitan estar motivados, sin motivación no hay aprendizaje significativo. Y como padres podemos hacerlo. Quizás sólo haga falta pararse a conocer a nuestros hijos, pues muchas veces …
  • Necesitan evolucionar hacia otro momento más acorde a su madurez, y lo piden y están preparados y no somos capaces de verlo, ni conocerlo.
  • Necesitan encontrar ejemplo y coherencia en las lecciones del día a día, ver a sus padres encontrar momentos para la lectura. De poco sirve exigir que lean nuestros hijos porque lo dice la escuela, si el niño ve que en su casa la televisión predomina sobre un libro.

Para que el proceso de enseñanza de la lectura por parte nuestra, y de aprendizaje por parte de nuestros hijos tenga sentido hay que tener claro: “Si tú o tu hijo no os divertís”, pues de ser así mejor dejarlo para otro momento. Este proceso debe ser algo divertido, que guste tanto al padre como al hijo, nunca debe ser una obligación, ni mucho menos una vía de crear niños-genio.

Si es divertido, el niño pedirá más y más, y eso es lo que pretendemos que se interese por ello. Además, no sólo aprende el niño, sino que también lo hace el padre/madre/abuelo que se involucra en este proceso.

Todos los momentos que se encuentren para enseñar, han de hacerse en periodos de tiempo breves, de este modo el niño no sólo no se cansa sino que se queda con ganas de más, lo cual es positivo para que se lleve a cabo el aprendizaje. Siempre hay intentar parar antes de que el niño lo pida, antes de que se llegue a aburrir.

Además es importante que veamos si hay aprendizaje significativo = toda aquella información que les enseñamos, la retiene y la conecta con otra información recibida anteriormente. Es decir por ejemplo, que si hoy le enseñamos que la palabra “CAJA” empieza por “C”, y mañana habla de su amiga “CARLA” y sin decirle nada reacciona diciendo que CARLA tiene la letra “C”, nos está transmitiendo que la información que ha aprendió, la está relacionando con otra y la aplica.
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