Los niños tienen una sensibilidad especial y captan perfectamente lasEMOCIONES que transmiten nuestras palabras, si nos dirigimos a ellos en un tono de voz más elevado de lo normal debido a nuestra impaciencia, se pueden llegar a asustar, si nuestros movimientos son bruscos porque tenemos prisa les podemos transmitir nuestro estrés y si pretendemos hacer otras cosas al mismo tiempo que atendemos a sus demandas, perciben que lo que nos dicen no tiene ninguna importancia para nosotros.
El peligro del reforzamiento positivo
El reforzamiento positivo es una técnica muy utilizada que consiste en premiar o elogiar la conducta adecuada que se pretende incrementar. El problema de utilizar mal esta técnica o abusar de ella es que el niño responda solo ante un refuerzo positivo como le pasó a una abuela con su nieta de dos años que con el fin de enseñarle a usar el orinal, le daban un lacasito cada vez que se sentaba en el. La niña aprendió rápido las reglas del juego y un día le dijo a su abuela. ¡Dame el lacasito ¡ya! o no me siento en el orinal. El lacasitoooooooo!”.
Palabras que llenan al corazón
Las palabras que usemos como reforzadores de la conducta adecuada, deben POTENCIAR el conocimiento de las propias emociones, AYUDAR a DESCUBRIR la satisfacción del trabajo bien hecho y ENSEÑAR a VALORAR el esfuerzo como una cualidad positiva. Algunas frases que potencian la actitud interna pueden ser:
– Que a gusto estáis jugando juntos…
– ¿Cómo te sientes después de haber terminado tu trabajo?
– Me alegra ver que te has esforzado hasta conseguir…
– ¡Qué bien has recogido la habitación, seguro que ahora encuentras lo que buscas cuando lo necesites…!
Palabras que arrugan el corazón
Frases como ¡Que buen hijo eres por haber recogido la habitación! destacan verbalmente una conducta que nos complace a nosotros y que deseamos que el niño repita pero manipulando sus sentimientos.
De esta manera establecemos un modelo de comportamiento válido para nosotros, pero con el que no le ayudamos a conocerse, a saber cómo enfrentar la pereza, a combatir el aburrimiento ni a esforzarse por mejorar porque cuando no haga las cosas como queremos, no solo no tendrá nuestra aprobación, no solo no le castigaremos retirándole todo refuerzo positivo sino que el mensaje que recibe es te quiero solo cuando te portas bien.
Creo que sobra decir que la ACEPTACIÓN y el CARIÑO que alimentan la seguridad emocional del niño, le pertenecen por el mero hecho de ser un miembro de la familia y no son el resultado de un buen comportamiento.
Este cartel es un recordatorio
Os propongo un ejercicio práctico y visual. Si coges una hoja de papel y la arrugas para hacer una pelota con ella, verás que queda arrugada. Si luego decides estirarla hasta volver a su estado anterior verás que las arrugas quedan marcadas. Esto mismo pasa con los niños, las heridas emocionales producidas por palabras o acciones que no llenan su vaso emocional hacen que no puedan vivir con naturalidad cada etapa de su infancia. Recordemos, ¡los niños son un regalo, no papeles arrugados!. Fuente: Edukame
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